lunes, 6 de febrero de 2017

Prueba de radio

https://drive.google.com/open?id=0BzkWhRfodckLRHdDSk9pbEZwX0k

Héroe en blanco y negro (cuento)

Pinchar el siguiente enlace para ver el archivo del cuento:

https://drive.google.com/file/d/0B9omWL8EAkH4YXgxR1R5UDlkTFE/view?pli=1

Héroe en blanco y negro

Un día que parecía normal entre los días del largo segundo trimestre, allá por el mes de Febrero, cambió la idea que tenía de mi profesor. Para mí era un profesor que no resaltaba entre el resto de los profesores, siempre atento a que cumpliéramos las normas de clase, que no habláramos demasiado durante las explicaciones teóricas, que guardáramos correctamente el turno de palabra en los debates de clase, etc., es decir, un profesor normal. Ese día me tocaba taller de rock después del colegio, y como en el colegio salimos cada día a las 16:30, después de tocar un poco la batería me recogieron mis padres cuando ya la noche había caído. Fue a unos metros de la salida cuando vi esa imagen, que para siempre quedó en mi memoria. Mientras caminaba con mis padres entre los estrechos callejones del centro de Sevilla, me pareció ver en un callejón, aún más estrecho y sin mucha luz, a mi profesor del colegio.

Se encontraba al final de ese callejón sin salida, justo en frente de unos contenedores de basura de diferentes colores (azul, amarillo, verde y gris) y mirando hacia ellos, pero sin ninguna bolsa en las manos que tuviera que tirar. Parecía concentrado en algo, de repente dio tres pasos, puso la  mano izquierda en el contenedor azul y la otra en el contenedor amarillo. Empezó a mover la mano izquierda haciendo el dibujo de un cuadrado, tres veces, después la mano derecha haciendo círculos, hasta tres veces también, y después hizo otra vez los mismos movimientos pero con las dos manos a la vez. En ese momento mis ojos iban a perder de vista los que estaba viendo por culpa de un coche aparcado. Cuando el coche aparcado dejó de ser un obstáculo para lo que estaba observando vi que sólo estaban los contenedores.

Mi curiosidad hizo que soltara la mano de mis padres y fuera directo a la zona donde debía estar mi profesor, al final del callejón a oscuras. Al lado de los contenedores no había nada.

Durante el resto de la semana estuve esperando impacientemente al fin de semana para realizar aquellos movimientos que vieron mis ojos, los repetí mentalmente muchas veces para que no se me olvidaran.
Llegó por fin el viernes y podía disfrutar de más tiempo libre en la calle. La temperatura era más alta y  podía estar jugando con mis amigos del barrio a la misma hora en que vi desaparecer a mi profesor, la hora en que había pensado volver al callejón. Estábamos jugando con la pelota en la plaza en la que solemos hacerlo, pero aproveché un momento en el que todos estaban más entusiasmados para ir corriendo hasta el lugar de los contenedores, quería saber yo mismo si aquello que vi era cierto. Estaba convencido, así que me puse delante de los contenedores, y tal como hizo mi profesor, hice tres cuadrados con la mano izquierda sobre el contenedor azul y los tres círculos después sobre el amarillo, pero al intentar hacer los dos movimientos a la vez… ¡imposible!. Tuve que hacerlo una y otra vez para ensayarlo, y cuando ya me salía lo volví a intentar con los movimientos previos.

¡Increíble! Todo lo que veía era increíble, de repente todo se había vuelto en blanco y negro, brillaban muy fuertes los contendedores de colores. Giré la cabeza y vi algunas manchas de colores por los suelos, los mismos colores que los contenedores. Cuando me acerqué a eso que brillaba me di cuenta que era basura que estaba en el suelo y que correspondía al color del contenedor donde debía echarse. Fui corriendo a la plaza, pero no veía a nadie, solo veía muchos colores mezclados de todas las meriendas que habíamos tirado al suelo esa tarde. De repente vi que alguien se acercaba volando a toda velocidad, tuve que esconderme. Se trataba de mi profesor, iba con una capa amarilla y un antifaz del mismo color, llevaba unas mayas y una camiseta térmica azules. Se mantuvo en el aire y con dos gestos, uno con la mano izquierda, y otra con la mano derecha, recogió por separado los envases y los cartones/papeles respectivamente y los mantuvo también en el aire. Después dio un silbido y, tras soplar a unos residuos y a otros, salieron disparados a la calle de al lado. Por allí pasaron camiones  de los que recogen esos residuos a una velocidad inimaginable, no llevaban ruedas y desprendían una luz muy intensa.

El lunes siguiente cuando vi a mi profesor, lo veía como un auténtico superhéroe, y pensé qué tendría que hacer yo para poder hacer lo que él hacía.